27 de octubre de 2014

¿COMO NOS AFECTA EL CAMBIO DE HORARIO EN LA SALUD?

Una vez más se realizó el cambio de horario y ante las dudas acerca de los posibles impactos en la salud de la población y la resistencia al cambio, se investigó cuáles son las consecuencias del horario estacional en la salud humana.


México es hoy uno de los 82 países que adaptan su horario en verano con el objeto de optimizar la infraestructura eléctrica, al aprovechar durante más tiempo la luz natural en los meses de mayor insolación. Se calcula que para este periodo el ahorro de fluido eléctrico sea de 910 Megawatts (MW) que en términos monetarios representa 6 mil 900 millones de pesos que dejan de gastarse.

En la imagen de arriba se ilustra como se dividen los estados de la república mexicana en cuanto al empleo de los husos horarios.

Sin embargo, al margen de estas medidas económicas se ha registrado una serie de reacciones sociales, entre las que se encuentran la falsa percepción respecto a que el cambio de horario afecta los procesos bioquímicos de las personas.

De acuerdo al doctor Eduardo Perusquia, especialista en Trastornos de Sueño del Hospital Angeles Pedregal, no existe un impacto de importancia en el organismo humano cuando el cambio, como en este caso, es de una hora solamente; de hecho explica, es más una resistencia cultural o social lo que está en juego.

Con el doctor coinciden las conclusiones de un estudio solicitado por la Secretaría de Energía, a la Universidad Nacional Autónoma de México, aplicado en 18 distintas áreas y actividades de la cotidianeidad nacional, el cual señala: "como se ve, en las áreas del individuo y de la familia, las personas observan impactos pequeños en relación a sus actividades normales, pero en cuanto a su apreciación personal (emocional y afectiva) el impacto es significativamente negativo, al parecer asociado a la imposición”.

Lo anterior se explica porque el cuerpo humano se rige por unos ciclos conocidos como circadianos, encargados de determinar los cambios hormonales, el flujo de líquidos, el cambio de temperatura y el estado de alerta.

"Hay experimentos que han demostrado con precisión, que estos ciclos tienen un margen o una oscilación entre 24 y 25 horas y media. Por lo tanto, si entendemos que este margen de una hora ya existe biológicamente, no hay mayor problema con adelantar o retrasar nuestros hábitos una hora", señala el Dr. Perusquia.

Quizá se manifiesta, señala el médico, como una pequeña molestia, que no tardará más de un día en desaparecer. El problema es la adaptación psicológica, como ejemplo podemos citar a quienes viajan de un continente a otro, en donde existe un problema mayor porque estos ciclos se descuadran verdaderamente, pero como existe un interés personal e inmediato hay una adaptación obligada del individuo.

Denominado Jet lag, este trastorno lo experimenta el 80% de la gente que viaja y presenta síntomas como la constipación, aumento de dispepsia o gases estomacales, irritación de los ojos o nasal. No obstante la mayoría de la gente tarda 48 horas en adaptarse naturalmente o puede ser tratada con melatonina, una hormona que el cuerpo produce naturalmente para informar al cerebro que es de noche.

Tanto los viajantes como quienes cambian de horarios por cuestiones de trabajo, puede tratarse con medicamentos prescritos por el médico durante uno o dos días. Lo ideal en cualquier caso es consultar un médico especialista, evite la automedicación.

Es importante aclarar que los períodos de sueño varían de acuerdo a la edad del individuo: durante la infancia es mayor, en la adultez el promedio es de 8 horas diarias, pero en la tercera edad disminuye significativamente.

Por ello es de suma importancia respetar los periodos de descanso que requiere nuestro cuerpo, entre la personas que cambian constantemente de horarios, de un 5 a 20 % desarrollan alteraciones de sueño como síndrome de mala adaptación, insomnio, fatiga crónica, alteraciones digestivas, depresión, alteraciones en la personalidad, cierta predisposición (social) al consumo de alcohol y en algunos casos accidentes de trabajo.

Idealmente los cambios de horario no debieran rebasar, las tres horas. No obstante, para quienes por cuestiones de trabajo están sujetos a cambios de horario o que deseen adaptarse lo más fácilmente al horario de verano, es importante que observen las siguientes recomendaciones del Dr. Perusquia:

No abusar de sustancias estimulantes como el café, menos por la noche.
Tener hábitos de buena higiene de sueño, por ejemplo la recámara debe tener una temperatura adecuada.
El colchón y la almohada deben ser los más adecuados a nuestras necesidades.
No ingerir alcohol antes de acostarse.
Evitar el estrés.
No hacer ejercicio antes de ir a la cama.
Una última recomendación y quizá la más importante, consiste en reorganizar nuestras actividades para una hora antes, con varios días de anticipación, para que el cambio no nos tome por sorpresa.

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¿ES EL AZÚCAR TAN PELIGROSO COMO DICEN?

El azúcar es uno de los productos más populares de la industria alimentaria. Sus propiedades como endulzante y conservante, entre otras, lo convierten en uno de los recursos más utilizados y también más controvertidos. Pero, ¿son ciertas todas las acusaciones que se le imputan?


La doctora Carmen Gómez Candela, jefa de Sección de la Unidad de Nutrición Clínica y Dietética del Hospital Universitario de La Paz y miembro del Comité Científico del Instituto de Estudios del Azúcar y la Remolacha (IEDAR), "indulta" a este alimento como responsable de la obesidad, un delito del que muchos le acusan injustamente.

"El azúcar o sacarosa es un carbohidrato natural cuya principal función, además del aporte energético, es la de suministrar dulzor y sabor, lo que nos permite ingerir una amplia gama de alimentos y llevar una dieta variada", señala la nutricionista en una entrevista.

La experta considera que es conveniente destacar el adjetivo "natural", ya que la misma molécula de sacarosa o de fructosa que el consumidor puede comprar en el supermercado, es la que está presente en una naranja o en la remolacha azucarera.

"Es necesario trasladar que, como el resto de carbohidratos, el azúcar aporta cuatro kilocalorías por gramo, por lo que problemas como la obesidad no pueden imputarse de forma directa a este alimento, sino al conjunto de una dieta no equilibrada", agrega.

La obesidad es una enfermedad crónica, muy frecuente en nuestros días, caracterizada por un aumento de la grasa corporal, que guarda relación, según la doctora, con "un desajuste energético entre la calorías ingeridas a través de los alimentos y bebidas, y la energía consumida, tanto en nuestra vida cotidiana como cuando practicamos algún tipo de ejercicio físico".

Gómez Candela se ha remitido a la situación de la obesidad en el Reino Unido y, en concreto, a la publicación de un reciente estudio titulado "The fat lie" (La mentira sobre la obesidad), en el que se refuta la relación de causalidad entre la ingesta de azúcar y la obesidad que se ha establecido como creencia popular en las últimas décadas.

Según esta investigación de Christopher Snowdon, director de Lifestyle Economics del Instituto de Asuntos Económicos del Reino Unido, la llamada a la reformulación de productos, la presión impositiva sobre determinados alimentos y las diversas políticas sanitarias encaminadas a reducir el consumo de calorías entre la población se han mostrado ineficaces frente a la obesidad.

La evidencia científica indica que el consumo per cápita de azúcar, sal, grasa y calorías ha estado cayendo en Gran Bretaña desde hace décadas. En concreto, el consumo de azúcar per cápita ha caído en un 16 por ciento desde 1992 y el consumo per cápita de calorías ha caído en un 21 por ciento desde el año 1974.

Sin embargo, desde 2002, el peso promedio de los adultos en Reino Unido se ha incrementado en dos kilogramos, mientras en este mismo periodo el consumo de calorías ha caído 4.1 por ciento y el de azúcar en 7.4 por ciento.

Por lo tanto, concluye el estudio, el aumento de la obesidad está más relacionado con una disminución en la actividad física en el hogar y en el lugar de trabajo que con tomar azúcar, grasas o calorías en general.

Para Gomez Candela, "la solución no está en la demonización de alimentos, sino en aplicar el sentido común, seguir las recomendaciones nutricionales y en las políticas de sensibilización". "Es el exceso de energía y el desequilibrio entre lo que comemos y la energía gastada, lo que provoca la obesidad y el sobrepeso", sentencia.

Existe un amplio consenso científico a nivel internacional en torno al hecho de que no existen alimentos buenos o malos, sino una alimentación equilibrada o desequilibrada.

Por ello, ha concluido que es fundamental mantener una alimentación variada y moderada que incluya a los tres macro nutrientes (hidratos de carbono, proteínas, y grasas) además de vitaminas y minerales, y una correcta hidratación. 

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